Claudio se resistía a la idea de que sus antepasados hayan venido de un país remoto del sudeste asiático. Nadie en casa se lo había dicho. Estaba enojado. No sabía si creerlo, pero las pruebas estaban ante sus ojos. Todos sus amigos del salón de escuela le repetían que no podía ser una simple causalidad que su apellido se pareciera tanto al vecino de Vietnam. Se vio al espejo y no era chinito. Por primera vez en años, mi sobrino escribió su nombre preguntándose a quién diablos se le pudo haber ocurrido apellidarse La Hoz.
Lo mismo me ocurrió muchos años atrás. Tenía una profesora de apellido Laos, como el país. Era chinita y nos enseñaba inglés. Creíamos que venía de esa ignota nación de glotones de arroz y elefantes en peligro de extinción, pero en realidad vivía en Jesús María. Algunos otros, aseguraban, con sorna, que era mi tía lejana porque la "h" siempre fue muda. Evidentemente negué todos los cargos. No se podía tener un pariente en el mismo salón. Sin embargo, me quedé con la duda de los orígenes de ese apellido tan raro que me tocó tener.
Contrario a Claudio, mis ojos rasgados y mi piel cetrina podían ser una prueba irrefutable de mi ascendencia laosiana. Resultaba toda una incógnita. A los pocos años descubrí que tan sólo era una fábula infantil. No era hijo de Laos. En realidad La Hoz nada tenía que ver con ese país que en lengua lao se denominaba originalmente Muang Lao, pero que por culpa del mote de los colonos franceses del siglo XIX terminaría llamándose Laos.
Después de eso dejé de pensar que mi profesora, la miss Marlene, aquella chinita de maneras afables y hablar cadencioso, era laosiana, ni nada que se le parezca. Las pocas veces que oía de Laos por medio del fútbol, recordaba aquellos días de infancia y las interminables clases de spelling, grammar y arithmetic. Pero, en realidad, recién hasta hoy no supe mucho de su selección. Era evidente que jamás llegó a un mundial de fútbol. Y que mucho menos ganó algo importante a nivel internacional.
El equipo nacional de Sathalanalat Pasathipatai Pasason Lao (nombre oficial) recién participó en las eliminatorias para un mundial en el 2001. Aunque la Lao Football Federation se afilió formalmente a la FIFA un año después de su fundación (1952), tuvieron que pasar cincuenta años para que intentará acceder al máximo torneo del ente mundial. Su primera vez fue muy dolorosa. Omán le encajó doce goles.
A los pocos días, nuevamente Omán lo apabulló. Esta vez por 7-0, y Siria hizo casi lo mismo, o aun peor, enbocándosela once veces primero, y luego nueve veces más. Fue bochornoso. Hasta que llegó su primer triunfo, el del honor, realmente histórico, ante Filipinas por 2-0 en su capital Vientiane. Su segundo intento, para el Mundial de Alemania 2006 fue igual de infructuoso y traumático para los laosianos.
Después de sortear la fase preliminar, pese a ser superado por Sri Lanka (clasificó como el menos malo), tuvo que soportar goleada tras goleada ante Jordania, Irán y Qatar. No sumó ni un solo punto. Los años de inexperiencia y desorganización se reflejaban en la incipiente selección de Laos. Afiliado a la AFC (Asian Football Confederation ) desde 1980, empezó también tarde su participación en torneos continentales. Recién jugó las clasificatorias para la copa asiática del 2000. No tuvo suerte. Tampoco en el 2004. Como ocurre en el ASEAN Football Championship (anteriormente llamado Tiger Cup), en el que participan los países del sudeste asiático: desde su instauración en 1996, Laos jamás ha peleado las finales.
El pobre nivel de su fútbol lo ha obligado a no participar en la última copa asiática ni en las eliminatorias para Sudáfrica 2010. Desde un principio la selección laosiana se acostumbró a convivir con las goleadas en contra. Los survietnamitas los bautizaron con un 7-0 en su debut oficial allá por 1961. Tuvieron que pasar ocho años para que Laos obtuviera su primer triunfo. Ese día jamás será olvidado: vencieron espectacularmente 4-3 a Tailandia. Curiosamente 1968 fue el año en el que nació miss Marlene, a la que no veo ya hace tantas lunas y tantos soles.
No creo que aún recuerde mi apellido, como yo evoco con tanta fruición la historia de Laos, su país imaginario. Ni mucho menos creo que sepa lo que significa. Quizás, como muchos otros, lo asocie al comunismo, por la hoz y el martillo. Curiosamente Laos es un país bajo este régimen desde 1975. Aunque según la genealogía, mi apellido, es un toponimio que proviene originalmente de una casa solar de Hoz de Anero, una vieja comarca al norte de España. Aunque existen vestigios posteriores también en Castilla, País Vasco y Aragón, ésta última con documentos que datan del siglo XVIII.
Le he enseañado a Claudio en el mapamundi dónde queda exactamente Hoz de Anero y qué tal lejos se encuentra de Laos, para que no le quede ninguna duda. Es la capital del municipio de Ribamontán al Monte, en Cantabria, y, según el último censo del 2006, contaba 654 habitantes. Pero Hoz de Anero no es la única ciudad que lleva la palabra Hoz. Existe un pueblito con apenas 10 lugareños llamado Lahoz (todo junto) en el concejo de Valderejo en el municipio de Valdegovía, en la provincia de Álava en el País Vasco.
Incluso hay un tercer lugar, un municipio denominado La Hoz de la Vieja, situado en la comarca de las Cuencas Mineras en la provincia de Teruel en Aragón. Sólo viven unas 130 personas. Según Claudio todos ellos deben ser nuestros parientes de alguna u otra manera. Tengo mis dudas. Después de tantos años, apenas nos emparenta la nostalgia, como con aquel futbolista español, Aitor Karanka de la Hoz, nacido cerca a LaHoz y que vistió hasta hace poco (1997-2002) la camiseta del Real Madrid.
Por si las dudas, escribí La Hoz en Google, y los principales resultados de la pesquisa fueron realmente sorprendentes: existe el Convento de Nuestra Señora de los Ángeles de la Hoz en un rinconcito inhóspito de la comunidad autónoma de Castilla y León. Hasta ahora desconocía la existencia de una virgen en la familia. Tenemos un arquitecto famoso en Madrid, una cantante de world music y hasta un prestigioso buró de abogados. Claudio puede estar convencido que nuestros antepasados, al menos los paternos, no provienen del Asia como sugirieron sus amiguitos de clase. Y yo podré dormir tranquilo sabiendo que miss Marlene nunca fue mi tía.
miércoles, 9 de abril de 2008
¿Los La Hoz son de Laos?
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jueves, 20 de marzo de 2008
Kosovo: el último independiente
Es difícil explicarle a Claudio que en la próxima versión de Winning Eleven que he prometido comprarle en las galerías Polvos Azules, ya no podré enfrentarlo con Serbia y Montenegro. Sobre todo después que leyó un titular en la sección Mundo del diario El Comercio en el que se anunciaban las celebraciones por el primer mes de la proclamación unilateral de independencia de la antigua provincia serbia de Kosovo.
"¿Qué es Kosovo?", me preguntó con cara de ingenuidad. Claudio nació en los días en que la OTAN bombardeaba puntos yugoslavos, después de que Slobodan Milosevic, el carnicero de los Balcanes, con su política de limpieza étnica en la Kosovo de raíces albanesas durante la década de los noventa, provocó una cruenta guerra civil donde aproximadamente 10 mil albaneses afincados en esta región, murieron.
Los que no sucumbieron fueron desplazados. Marcharon por nuevos rumbos buscando la paz que en su país no existía. Familias enteradas. Lorik Cana era unos de esos adolescentes que no superaban los quince años que huyó junto a sus padres al paraíso fiscal de Suiza. Como su padre, el recordado Agim Cana, miembro de la "Generación de Oro" del KF Pristina (principal club de Kosovo) allá por los convulsionados años ochenta, Lorik se hizo futbolista.
Después de abrirse camino en el Lausanne Sports, fichó en el 2000 por el Paris Saint-Germain, jugando recién en el primer equipo en el 2003. Con dos notables temporadas, pasó a Olympique de Marsella. Actualmente es seleccionado de Albania. Este caso es la constante del fútbol kosovar: sus principales figuras partieron exiliadas tras la guerra y ahora defienden los colores de otras selecciones.
Sucede con Valor Behrami, volante de la Lazio, y que se nacionalizó suizo a los cinco años. También con Mergim Mavraj, defensa del Bochum, naturalizado alemán y seleccionado sub-21. O como el caso de Besart Berisha, que se refugió en Alemania, milita actualmente en el Burnley FC de Inglaterra y es seleccionado albanés. Faton Toski, que adoptó la nacionalidad alemana, juega en el Eintracht Frankfurt y ya vistió la camiseta germana en la sub-19. Y finalmente, Shefki Kuqi, adoptó la ciudadanía finlandesa, ha sido seleccionadoy es figura del Ipswich Town de Inglaterra.
En alguna ocasión a Lorik Cana le preguntaron si jugaría por Kosovo, de lograr algún día su independencia. “Ya he encontrado a mi equipo”, fue escueto, pero contundente, sin mencionar que el reglamento FIFA no permite que los jugadores migren de una selección a otra, con algunos casos excepcionales. Pero aun cuando estos jugadores no estén convencidos de abandonar sus selecciones para vestir la camiseta nacional de Kosovo, en la federación de fútbol de la ex provincia serbia están convencidos que serán admitidos en la UEFA para disputar las clasificatorias para la Eurocopa Polonia-Ucrania 2012. Fadil Vokrri, presidente de la federación kosovar y ex internacional yugoslavo, aseguró que enviará la solicitud de admisión a la UEFA y la FIFA.
Aunque es necesario el reconocimiento de Kosovo como nación independiente por parte de las Naciones Unidas, el Comité ejecutivo de la FIFA se reúne a mediados de marzo y podría analizar el caso. Por lo pronto, la federación Albanesa se ha propuesto para asistir a su homóloga kosovar en su afiliación. La realidad dice que de las veintidós federaciones deportivas que existen en Kosovo, apenas una, la de Tenis de mesa, ha logrado ser aceptada por una federación internacional. Incluso es poco probable que el Comité Olímpico Internacional admita participar a deportistas kosovares en las Olimpiadas de Beijing 2008.
Pese a ello, el apoyo de la comunidad internacional es abrumador. Más de 30 países reconocen la proclamación unilateral de independencia que hizo la provincia serbia el mes pasado, entre ellos Estados Unidos, Alemania, Australia, Canadá, Colombia, Croacia, Dinamarca, Finlandia, Francia, Italia, Japón, Países Bajos, Perú, Reino Unido, Suecia, Suiza. Las voces críticas también se han dejado sentir, como la del reconocido tenista serbio Novak Djokovic: "Kosovo es Serbia y así tiene que ser para siempre".
Kosovo trata de abrirse camino en el fútbol para legitimarse como nación. Atrás quedaron los años en los que los equipos albano-kosovares que llegaban a la primera división yugoslava (apenas dos: KF Prístina en 1983 y KF Trepca en 1977, y dos más a la segunda división: KF Liria de Prizren y Buducnost de Pec) eran discriminados por las mayorías serbias y tenían que refugiarse en la Superliga kosovar existente desde 1945 (KF Pristina y KF Vëllaznimi han alcanzado el título en nueve ocasiones cada una).
Ya no habrá problemas con los visados, acuerdos entre federaciones y presiones gubernamentales e internacionales que restrinjan el desarrollo de partidos amistosos de la selección kosovar. Hasta antes del 17 de febrero apenas había sostenido siete amistosos internacionales: perdió 1-3 ante Albania en 1993, y luego 0-1 en el 2002; cayó 0-1 ante la República del Norte de Chipre y venció 3-1 a Sapmi por la Copa 50 aniversario de la Federación de fútbol del Norte de Chipre durante el 2005; ganó en el 2006 7-1 a Mónaco y 4-1 a una selección especial de Albania, y finalmente sorprendió a Arabia Saudita superándolo 1-0 en junio del año pasado.
Ahora se comenta que el primer partido oficial de la selección de fútbol de Kosovo sería ante Estados Unidos a finales de marzo. Nada está confirmado aún. Apenas se sabe que Kujtim Salja, un ex delantero del Partizán y Dinamo de Zagreb, será el nuevo técnico, encargado de escribir las primeras páginas de la Kosovo independiente. Lo que quiere decir que deberemos esperar mucho tiempo para que sea incluido en Winning Eleven. Lo único que puedo adelantarle a Claudio es que su camiseta roja y negra no se parece en nada a la que usaba Serbia y Montenegro.
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miércoles, 5 de marzo de 2008
En Libia no todo se compra con dinero
Hace poco le pregunté a Claudio cuál era su bandera favorita. Naturalmente demoró en responderme. Mientras sus pupilas jugueteaban apuntando al cielo en evidente señal de cavilación, pude imaginar de inmediato que en su inquieto pensamiento, como en una larga pasarela, desfilaban extraordinarios estandartes luciendo las cincuenta estrellitas y trece barras gringas, el triangular gallardete nepalí, el arce de once puntas canadiense, la inscripción islámica y la espada árabe, el yin yang surcoreano. Transcurridos unos minutos, la decisión de mi sobrino resultó tan insospechada como concluyente. Antes que diseños enrevesados y tecnicolores emblemas, prefería la simpleza del monótono verde de Libia.
Y es que a Claudio apenas le toma unos cuantos garabatos con crayón verde sobre el papel para evocar a ese país africano de la costa mediterránea. Por eso le gusta tanto, sin imaginar si quiera que entrañe a uno de los personajes más excéntrico que haya parido el fútbol mundial. Ese hombre se llama Al-Saadi Khadafi y es hijo de la dictadura. Para ser más exacto es uno de los cinco hijos del todopoderoso Muammar Khadafi, aquel autócrata que durante la década de los ochenta fue sindicado como el promotor de innumerables atentados terroristas en Occidente que obligaron a un embargo por parte de la Organización de Naciones Unidas desde 1992 hasta 1999.
Por eso es que mi primera referencia del país de la bandera verde sean esos iracundos terroristas libios nacionalistas disparándole a quemarropa al doctor Emmett Browm, por no construirles una bomba con su valioso plutonio, en Volver al Futuro. Al-Saadi tenía apenas dieciséis años cuando se estrenó la primera entrega de la fabulosa saga dirigida por Robert Zemeckis y quizás ignoraba el poder que le darían los petrodólares de su padre años más tarde. Y es que hablar del fútbol libio es hablar necesariamente de Al-Saadi Khadafi, actual presidente de la federación de fútbol de su país, dueño del club más poderoso de Libia, Al Ittihad (La Unión), y eterno capitán de las selecciones libias durante la década pasada y principios del nuevo siglo.
Al-Saadi siempre fue como ese niño que es dueño de la pelota en las pichangas del barrio, sin una pizca de talento, pero con el poder necesario como para codearse con las estrellas. Entre sus excentricidades de rico con billetera gorda está el haber adquirido, en mayo del 2002, el 7.5% de las acciones de Juventus a través de de la empresa familiar Lafico (Lybian Arab Foreign Investment Company, brazo financiero de Muammar), logrando además la majadería de entrenar con el plantel de la Vecchia Signora, y hasta llevar a Trípoli, capital de Libia, la final de la Supercopa italiana del 2002, en la que Juventus superó 2 a 1 a Parma.
Pero ahí no terminan las extravagancias del coronel graduado en la Academia de Ingeniería Militar. Alguna vez, cuando Ronaldo yacía en cama recuperándose de su segunda operación a la rodilla derecha, se tomó la libertad de volar hasta París para visitarlo. Estando en Brasil, por un amistoso que Al-Ittihad sostuvo ante Sao Paulo (1-1) en el mítico Morumbi, solicitó conocer al fulgurante Kaká, por entonces desagarrado del muslo derecho. La cita se concretó, así como aquel amistoso (que le costó 300 mil dólares) ante Barcelona (0-5) en el Camp Nou, con palmaditas incluidas de Gerard, Overmars, Riquelme y Saviola. Sin olvidar el millón de dólares pagado a la AFA para enfrentar a Argentina en abril del 2003 (1-3).
Khadafi puede jactarse de conocer a los futbolistas más renombrados del planeta, pero si hay algo que lo llena particularmente de orgullo es poder llamarse amigo de Diego Armando Maradona. El “Pelusa” fue invitado de honor a su boda en junio del 2001, después de presenciar la final de la Copa de Libia entre Al Tahhady y Al Medina. La singular amistad empezó cuando el “10” argentino fue convocado para “colaborar en la coordinación y el desarrollo del fútbol libio” en 1999, cuando en realidad terminó dando clases particulares al nada virtuoso capitán de la selección libia. Como sucedió con el ex atleta Ben Jonson, que se convirtió en su personal trainner durante el 2000.
Y aunque sus influyentes relaciones le otorgaron cierto reconocimiento público, su carrera como futbolista siempre lindó con el fracaso. Se sabe que sus pinitos los hizo en el Al Ahly Trípoli, el segundo equipo más popular de Libia con 10 títulos de liga (1964, 1971, 1973, 1974, 1978, 1984, 1993, 1994, 1995, 2000). Como dueño del Al-Ittihad (trece títulos de liga: 1965, 1966, 1969, 1986, 1988, 1989, 1990, 1991, 2002, 2003, 2005, 2006, 2007) evidentemente vistió la camiseta roja con la “10” en la espalda durante muchas temporadas, hasta que dio el salto –no necesariamente por sus dotes futbolísticas- al Perugia de la seria A de Italia en el 2003 con treinta años cumplidos.
En el Calcio apenas jugó un partido antes de dar positivo en un control antidopaje por nadrolona, un anabolizante androgénico esteroideo, que le valió tres meses de sanción a nivel internacional. Luego de dos temporadas pasó al Udinese. Llegó a ser incluido en la lista de jugadores para la Liga de Campeones 2005-2006, pero no jugó ni un solo minuto, con excepción del último partido del torneo local ante Cagliari. La temporada siguiente ni siquiera tuvo número de camiseta. Evidentemente su estancia en Italia respondía más a un capricho pagado con los billetes con la cara de su padre (un dinar equivale a 0.84 centavos de dólar), que un premio a su esfuerzo.
Sin embargo, siempre que vistió la camiseta verde de Libia lucía orondo el brazalete de capitán. Pero ni sus más de 20 mil millones de patrimonio familiar han alcanzado para que su selección clasifique a un mundial o triunfe en algún torneo continental o siquiera regional. Ni la propuesta de organizar, conjuntamente con Túnez, el Mundial 2010, con 6 mil millones del bolsillo de papi, prosperó, ya que la FIFA denegó la organización binacional. Al-Saadi ha sido testigo privilegiado de los accidentados y siempre fallidos intentos de Libia por llegar a un mundial con retiros y suspensiones.
Entre 1930 y 1962, la selección que se estrenó con Egipto en julio de 1953 con una paliza de 2-10, no formó parte de las clasificatorias. Su primera participación fue para el mundial de 1970, pero no logró acceder. Si bien en los ochentas la selección libia se consolidó, pudiendo haber alcanzado el mundial de México 1986 si vencía a Marruecos, la posición geopolítica del país afectó el desarrollo del fútbol: se retiró de las eliminatorias a España 1982 e Italia 1990, y posteriormente la prohibiciones de la ONU le privó de participar en Estados Unidos 1994 y su abstención de pelear por un cupo a Francia 98.
Los últimos intentos para Corea-Japón 2002 (con Carlos Salvador Bilardo en el banquillo) y Alemania 2006 no pasaron de ser fugaces accesos de esperanza. Las eliminatorias al mundial asiático fueron el trampolín mediático de Al-Saadi para llegar al fútbol italiano, mientras que las clasificatorias a la última Copa del mundo le fueron prohibidas por su conocida sanción. El multimillonario hijo de Muammar sólo ha sabido de derrotas y fracasos con Libia. No logró clasificar a una etapa final de la Copa Africana de Naciones, que por cierto su país organizará el 2014, ni tampoco consiguió jamás el título el título del la Copa de naciones árabes.
Libia siempre estuvo cerca de la gloria con Al-Saadi lejos de las canchas. Como ese subtítulo en la Copa Africana de 1982, cuando fueron anfitriones, perdiendo la final por penales ante Ghana. O aquel otro vice campeonato en los juegos Panárabes de noviembre del 2007, obtenido tras perder 1-2 en la final ante Egipto, su eterno rival, con el que tuvo más derrotas (doce de diecisiete partidos) que triunfos. Con Al-Saadi otro es el fútbol, ese que su padre, en su dogmático Libro Verde describió paradójicamente así en 1969: “Los aficionados al fútbol y a los deportes son completamente idiotas, hasta el punto de que llevan a los campos de juego todas sus frustraciones e incapacidades. Son gente fracasada, desperdiciada.”
Libia no sólo cambió con la llegada de la dictadura de Muammar (la autoproclamó Gran Yamahiría –estados de las masas- Árabe Libia Popular Socialista), ni tampoco sólo su bandera (que entre 1969 y 1977 fue muy parecida a la de Irak, y entre 1951 y 1969 tuvo los colores negro, rojo y verde con la luna creciente del progreso y la estrella del conocimiento, como tantas naciones mulsumanas), sino que varió del socialismo nacionalista al estilo Velasco Alvarado (u otros tiranos militares sudamericanos) a un boom económico propiciado tras la apertura de sus fronteras al libre mercado y a la exportación del crudo (un millón 300 mil barriles por día), que también generó un cambio sustancial en la manera de entender al fútbol. Seguramente pasarán muchos años para que su bandera flamee en un mundial, pero de lo que estoy realmente seguro es que Claudio seguirá pintándola obstinadamente con su crayón verde hasta que llegue ese día.
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viernes, 15 de febrero de 2008
¿Existe la selección del Polo Sur?
Ha pasado exactamente un mes desde que publiqué por última vez, y desde entonces Claudio no hace más que insistir sobre el tema. Está empecinado en saber si, en ese continente blanco apenas habitado, en su mayoría, por científicos y militares, donde el día y la noche se reparten seis meses del año para cada uno, y donde la temperatura promedio es alrededor de 18 grados bajo cero, realmente existe la selección de la Antártida.
En bases como la inglesa Halley (1956), perteneciente a la British Antarctic Survey, se han disputado vibrantes encuentros sobre la nieve. Las recientes crónicas de los residentes en el 2005 son fantásticas: “Tan pronto como hubiera bastante contraste, un juego del balompié fue organizado. Había un montón de acción, un poco de engaño y cinco goles. Un partido con cerca de menos 9 grados."
En la otra base inglesa, Rothera (1975), ubicada en la isla Adelaida, existe el equipo Rothera FC, que ha tenido más de un enfrentamiento ante otros equipos de la estación o ante ocasionales visitantes. El 26 de febrero del 2007 disputó el juego más importante de la base ante los Morrisons builders. La bitácora de Rothera lo narra así: “Ese lunes cada uno contaba con un buen equipo, pero jugamos fuera de nuestros abrigos para asegurar un mejor drenaje. El cansancio era tremendo pero con nuestros alrededor montañoso y la puesta del sol perfecto, nadie cedía. El 0-0 fue el resultado más justo.”
Según datos de Wikipedia, Antártida cuenta con una selección que ha afrontado 30 partidos desde 1957, siendo su primer partido internacional un triunfo de 6-1 ante Kerguelen Islands en 1962. Incluso se detalla el lugar y la fecha exacta, así como su mayor goleada a favor (27 a 1 sobre Alexander Island) y en contra (0-8 contra Norfolk Island), otorgando verosimilitud a la información. Sin embargo, estos encuentros jamás se llevaron a cabo porque el fútbol en la Antártida no se ha desarrollado aún insitucionalemente.
Lo más cercano a torneos reglamentados son las Olimpiadas Antárticas, organizadas desde hace algunos años en la Base Presidente Eduardo Frei de Chile, en la Isla Rey Jorge en las Shetland del Sur. En su última edición realizada en julio del año pasado, ocho delegaciones compitieron en cinco disciplinas: fútbol de salón, basketball, voleibol, tenis de mesa y billar. Por Argentina asistió la base Jubany; por Brasil, la estación de Ferraz; por China, Great Wall; por Corea, King Sejon; estuvo también la base Bellinghausen de Rusia, Arkctocwsy de Polonia, la base de Artigas de Uruguay y la selección local. En la final de fútbol, la delegación uruguaya cayó ante la selección anfitriona de la base Frei.
Eso es el fútbol en la Antártida. Reducido a fugaces partidos amistosos sobre la nieve entre científicos con discutido talento o a torneos de confraternidad en mini coliseos para fútbol cinco. Lo más cercano en nombre a un equipo de la Antártida es el club Antártida Argentina en la Provincia de Córdoba, en la zona oeste de la liga regional de fútbol de San Francisco, pero que nada tiene que ver con el continente blanco. Y aunque Claudio se quedará con las ganas de ver a la selección del Polo Sur, pude comprender que el fútbol está donde dos personas patean una pelota, y allá, en la ignota Antártida, de cumbres gélidas y vientos helados, eso sucede a diario.
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martes, 15 de enero de 2008
La selección del Polo Norte
Desde que le arrancó el papel de regalo en la última Navidad, Claudio, apesar de sus ocho años, no cesó en sus intentos por aprender las reglas del Risk. Casi dos semanas después, asesorado por el cuñado de un amigo, pude enseñarle la mecánica del juego de mesa. Sorprendentemente en el primer juego familiar, Claudio dominó toda América fijando en Groenlandia su poderío bélico para ingresar a Europa y así conquistar el mundo entero.
http://www.elfcup.org/
http://www.nf-board.com
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martes, 6 de noviembre de 2007
Una isla de película
A Claudio le gusta hacer rugir a Alex. Entre brinco y brinco, aprovecha cualquier excusa para que el caricaturizado león despida su alarido feroz para espantar estrellitas de mar. Tal como sucedió con Buscando a Nemo, Tierra de osos y todas esas películas que Pixar produce con vertiginosa facilidad, Claudio tuvo su eufórico periodo Madagascar. Desde que fue al Cineplanet de Risso, quedó fascinado con los personajes junglescos y no paró hasta hacerse con el cd para el Play Station 2.
Alternaba, cada vez que llegaba a casa, Winning eleven 11 y Madagascar. Y cuando no tenía el mando negro en sus manos, se apoderaba del televisor y el dvd y nos torturaba con la película por trigésima sexta vez. Terminé por aprender que Marty era la cebra con ínfulas de rebelde, Melman, la jirafa con escrúpulos; y Gloria, la hipopótamo que confirma esa teoría que no hay gordo que no sea sabroso, aún en los animales. Y aprendí también que naufragaron en esa ignota isla que da nombre a la película.
Ya antes, en la versión primigenia de estos juegos, el llamado Campeonato Triangular que se disputaba ante Mauricio y la isla Reunión, Madagascar fue campeón en 1955, 1958 y 1963. Este año, en agosto último, la selección malgache, como anfitriona, perdió la final por penales ante Reunión. Sin embargo, a Claudio no le importa. Aunque no me cree que Álex, Marty, Melman y Gloria no viven en Madagascar, sólo quiere que se desquiten con las islas Comoras en el partido de vuelta en la capital Moroni, donde se jugarán el 17 de noviembre su clasificación a la siguiente etapa eliminatoria al mundial de Sudáfrica 2010.
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viernes, 21 de septiembre de 2007
Tan cerca de Sudáfrica 2010
Algunas semanas atrás, mi sobrino Claudio posó despreocupadamente su índice derecho sobre el mapamundi que tenemos pegado en una de las paredes de mi casa. Estimulado por esa insólita fascinación -que comparte conmigo- por las banderitas de los países y sus singularidades de enciclopedia, me preguntó, con la lógica de un niño de ocho años, cómo un país podía estar dentro de otro. Su dedo apuntaba a Sudáfrica, y mientras yo intentaba encontrar una respuesta coherente y comprensible a su inquietud, me leyó silabeando en voz alta el nombre de esa ignota nación que es una isla dentro de la próxima sede del mundial de fútbol: “Leeee-soooo-thoooo”.
Desde niño siempre supe de su existencia, y hasta me enfrascaba en juegos de pronunciación por sus dos últimas sílabas tan parecidas a un apellido de un futbolista retirado. Sin embargo, poco o nada sabía de Lesotho. Nunca intenté averiguar por qué este país africano no había corrido el riesgo de perder su soberanía como nación y terminado absorbido por el vasto territorio de la publicitada república sudafricana. Recién después de muchos años, he podido comprender la historia de la tribu de los basutos (“sothos” del sur) y el origen de ese reino que el rey Moshoeshoe I, manteniendo unidos a los diferentes clanes dispersos por todo el sur de África al principio del siglo XIX, pudo congregar con el nombre de Basutolandia.
TOME NOTA
1. Muchas páginas de internet consignan como el primer partido internacional de la selección de Lesotho, el choque en el que cayeron ante Madagascar por 2-1 el 7 de marzo de 1971. Es un error, porque los basutos jugaron antes dos encuentros amistosos ante Malawi de visita: en el primer ganaron 2-1 (8 de agosto de 1970) y en el segundo, dos días después, sucumbieron 6-1.
2. La última participación internacional de Lesotho ocurrió en la Copa Merdeka, jugada en agosto último en Malasia. La que también significó la primera oportunidad para los lesothenses, en toda su historia, de enfrentar a selecciones de otro continente. Derrotaron a Laos 3-1, y cayeron 0-1 ante Myanmar y 0-4 ante la selección local sub-23.
ELIMINATORIAS. Las eliminatorias africanas debían empezar en su etapa preliminar con cinco partidos (Seychelles vs. Djibouti, Sierra Leona vs. Guinea Bissau, República Centroafricana vs. Santo Tomé y Príncipe, Somalia vs. Swazilandia y Madagascar vs. Comoras) que definirían a las cinco selecciones que se sumen a las 43 mejor ubicadas según el ranking de la FIFA para jugar la etapa de grupos (48 equipos) divididos en doce grupos de cuatro , sin embargo La República Centroafricana y Santo Tomé y Príncipe renunciaron a la Copa Mundial, dejando 8 equipos para ocupar 5 lugares.
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